El pasado martes se realizó una sesión HARA como experiencia de interioridad, para encontrarse con uno mismo, con el prójimo y con Dios.
La sesión la titulamos “La marea”, en ella cada alumno debía posicionarse en una postura cómoda y relajada, escuchando una música tranquila que invitaba a la relajación, la interiorización, la escucha y la imaginación. La profesora que dirigía la sesión, iba leyendo el texto que indicaba las instrucciones a los alumnos.
Cada alumno poseía 3 tarjetas de diferentes colores y 3 pinzas de tender, una azul clara, otra azul oscura y una blanca. En la tarjeta azul claro debían escribir qué necesitaban para hacer silencio y cómo se sentían en este estado. En la tarjeta azul oscuro se escribía qué les impide estar en silencio y en la tarjeta blanca, por una cara escribían qué necesitan para escuchar a Dios y, por otra cara, qué creen que les quiere decir Dios a ellos.
Sabemos que es primordial el silencio, tanto exterior —del entorno— como interior. Con ello, disfrutaremos más de nuestra respiración, seremos más conscientes de ella y, a su vez, llegar a una relajación profunda.
Como en todas estas sesiones, hay un momento de compartir que consideramos de gran importancia. Para la puesta en común, se escuchó la canción “Somos una marea de gente” de Macaco y, en orden, colgaron las tarjetas en un tendedero preparado, previamente, por la profesora. Con la canción reflexionaron su letra y, se les dio pié a compartir lo que sintieron.